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Algunos efectos que las redes sociales tienen en nuestra salud mental

Actualizado: 30 ago 2023


Los influencers y las personas famosas no dejan de mostrarnos todas las actividades que realizan, la cantidad de amigos perfectos que tienen, los cuerpazos que tienen o de los que se rodean, sus familias perfectas… en definitiva, la vida perfecta que tienen. Esas publicaciones tienen millones de likes, comentarios e interacciones que les pueden generar mucho dinero. Ver constantemente este tipo de publicaciones en redes sociales se puede interpretar de dos formas diferentes y pueden tener diferentes efectos en nuestra salud mental:

  • “Alguien está viviendo la vida me gustaría vivir y que yo me merezco”. “Sería tan feliz si pudiese saltar el abismo que me separa de esa gente y estar con ellos en esa fiesta, en ese yate, trabajando en esa empresa, en esas vacaciones…”. Para muchas de las personas que piensan así hay dos tipos de personas, los mediocres y la élite. Estas personas intentan evitar a las personas que consideran mediocres, como los amigos de la escuela que tienen sobrepeso, o son unos “cerebritos”, a su madre que le propone un ir a dar un paseo por su pueblo o ciudad con lo cutre que es eso y lo guay que sería vivir en una zona mejor, por cierto “¿cómo ha podido elegir para vivir este lugar en el que me ha criado?”, o esas personas que quieren estudiar para ser farmaceúticos. En definitiva, intentan evitar a todas las personas que no son “glamurosas” y “no tienen ambiciones”.


A estas personas, ver este tipo de publicaciones les hace sentir frustración y envidia constante. Generan un resentimiento que siempre les acompaña porque “se merecen eso que no pueden tener” y también agudizan esa sensación que muchas personas tienen de no ser lo suficientemente buenas porque no han podido llegar allí, donde quiera que sea eso. La autoestima les va cayendo por los suelos y hacen todo lo posible para aparentar ser “glamurosas” en un intento fallido de alcanzar su meta.


  • Hay personas que saben que hay cosas extraordinarios en la vida pero dudan de que las señales obvias de glamour puedan dirigirles hacia ellas. Saben que las cualidades buenas generalmente residen en gente “ordinaria”. Saben que todo está mezclado, ropa “cool” puede ser llevada por una persona muy inteligente, la gente famosa puede ser aburrida, la gente ordinaria puede hacer cosas increíbles, podrías sentirte triste en la fiesta más “guay” del mundo y puedes tener la conversación más profunda de tu vida con tu tía a la que le encantan las telenovelas y a la que le gusta hacer ganchillo.

Para estas personas, el efecto que tiene ver constantemente este tipo de publicaciones es muy diferente. Aunque pueden sentirse mal, compararse con ellos, sentir envidia o frustración en momentos puntuales, son capaces de ver más allá de la falsa apariencia de la vida y pueden ver estas publicaciones con un espíritu crítico. Saben disfrutar de los momentos que pueden no parecer glamurosos pero que están llenos de vida en su día a día.


Además, las personas que están en el primer grupo desconocen que ese estilo de vida que venden los influencers y los personajes famosos está rodeado de falsedades y manipulaciones:


  • Eligen qué mostrar: el tipo de fotos y vídeos que estas personas famosas publican están muy estudiados, no publican cualquier cosa. Solo publican los momentos más positivos de sus vidas, reales o fabricados. Por eso no tiene sentido que comparemos nuestra vida, que tiene sus momentos positivos y sus momentos negativos (sentimientos de tristeza y soledad, enfados…), con los momentos más positivos que otra persona elige mostrar. No es una comparación justa ni equilibrada.


  • Búsqueda de la perfección: Las personas famosas pueden pasar horas sacando fotos, grabando videos y eligiendo la foto o el video perfecto. Existe una presión muy grande para publicar fotos perfectas. Todos sus seguidores en redes sociales tienen una expectativa que hay que cumplir. Los usuarios vemos las fotos que van poniendo pero no el tiempo ni la agonía que suele haber detrás de la búsqueda de la foto perfecta. Cada vez más influencers dejan las redes sociales por el agobio y el malestar que les generaba la presión de tener que publicar.


  • Retoques: muchas fotos y vídeos están retocados o manipulados. No son reales. La presión que existe en la redes sociales por tener cuerpos perfectos hace que muchas personas retoquen sus fotos para ocultar lo que juzgan como imperfecciones. Publican fotos que no son reales, porque a sus seguidores les gustan las fotos de cuerpos perfectos, aunque en el fondo sepan que esos cuerpos están retocados. Eso también genera mucho malestar y daña mucho la autoestima de esas personas que tienen que ocultar algunas partes suyas para seguir manteniendo un nivel de popularidad. A esto hay que añadir la ansiedad que genera tener que mantener esa “farsa”, que no se note que no es real. Esta forma de pensar tan absurda en la que estamos inmersos, provoca que cuando se descubre que alguien está retocando sus fotos, sufra reproches y ataques por retocar fotos para mostrar los cuerpos perfectos que todo el mundo reclama.

  • Manipulaciones y mentiras: Muchos influencers realizar montajes para que parezca que hacen un montón de actividades extraordinarias o que son muy felices y que están disfrutando a tope de la vida. Por poner un ejemplo, hay empresas que tienen decorados que parecen un aviones, y cobran un dineral para que personas vayan a sacarse fotos y finjan que están en aviones privados. Hay casas de lujo que se alquilan para realizar sesiones de fotos. Muchos influencers tienen problemas por forzar situaciones para sacar fotos y fingir que están haciendo algo divertido. Hay muchas personas que se maquillan y se preparan para salir de fiesta, se sacan la foto o se graban el vídeo informando que se van de fiesta, y después de sacar las fotos y grabar el vídeo se desmaquillan y se van a dormir. Todo para dar la sensación de que van a hacer algo divertido.


La mayoría de las cosas que vemos en redes sociales son falsas. No tiene sentido compararse con nadie ni tomar como objetivo un estilo de vida falso que nos intentan vender como felicidad. Si nos despegamos de la pantalla, hablamos e interactúamos con las personas que tenemos alrededor, aunque no sean “glamurosas”, seguro que nos sorprendemos.




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