Cuanto más tiempo pasamos utilizando las redes sociales más nos cambian. Son cambios sutiles, graduales, que tiene que ver con dos de sus características que colaboran para favorecer el cambio, porque la misión de las redes sociales es cambiarnos, ese es su objetivo principal. Las dos características son el modelo de negocio de las redes sociales y el tipo de contenidos a los que somos expuestos por los algoritmos.
El modelo de negocio
No debemos olvidar que el modelo de negocio de las redes sociales se basa en nuestra atención, en mantenernos pegados a la pantalla la mayor cantidad de tiempo posible para que generemos muchos datos de uso y para que consumamos muchos anuncios. En su misión de convertirnos en zombies, las empresas dueñas de las redes sociales invierten cantidades ingentes de dinero en investigación para saber cómo funciona el cerebro, qué hay que tocar para mantener la atención y dejarnos pegados a la pantalla, qué sustancias que produce el cerebro se relacionan con la obtención instantánea de placer, cómo se pueden convertir en herramientas para conseguir sus objetivos y un largo etcétera. Además de mucho dinero, la empresas utilizan un gran poder computacional, inteligencia artificial y todos los recursos que tienen a su disposición para maximizar los beneficios que obtienen. Con esa inversion, ese poder computacional y ese conocimiento destinados a volver adictos a los usuarios para que no sean capaces de levantar la vista de la pantalla, resulta un poco ingenuo creer que usar una red social no va a provocar ningún cambio en nosotros.
Contenidos y libertad de elección
¿Elegimos el contenido que vemos? Al usar las redes sociales poco a poco vamos perdiendo nuestra libertad. Los algoritmos de las redes sociales empujan y dan más visibilidad a contenidos que más nos llaman la atención y que más interacciones generan: desinformación, sexualización, contenido que genere emociones intensas negativas y contenidos extremos. Eso lleva a que el “ambiente”en el que nos adentramos al utilizar las redes sociales sea cada vez más dañino para nosotros ya que los algoritmos nos bombardean constantemente con ese tipo de contenidos queramos o no.
Cuanto más las utilizamos más vulnerables nos volvemos a su “hechizo” que no es más que investigación y desarrollo, y más dejamos de elegir cuánto tiempo pasamos en ellas, cuándo nos conectamos e incluso cómo nos comportamos con otros usuarios. Movidos por la presión “social” que ejercen las redes sociales muchos usuarios dan likes a cosas que no les gusta, bien porque todos sus conocidos lo hacen, porque es lo socialmente correcto en el mundo digital o es lo que se espera de ellos. También comentan cosas que se supone que tienen que comentar, aunque no estén de acuerdo. El postureo se está conviertiendo en un requisito de la supervivencia en las redes y lo estamos integrando en nuestra vida diaria sin darnos cuenta.
Si hacemos una reflexión, nos daremos cuenta de que muchas veces tampoco tenemos libertad de pensamiento. Los puntos de vista y la forma de pensar sobre muchos temas están muy influenciados por la forma en la que se nos presentan, por quién lo hace, sus intereses, sus valores, su falta de valores… La publicidad y la propaganda en redes sociales está alcanzando un nivel prodigioso tan grande que cuanta más información tenemos disponible mayor es la dificultad de saber lo que realmente está pasando y quién es quién. En el mundo digital, quién más dinero invierte establece el relato oficial. Además, cada vez ns gustan más cosas que vemos en las redes sociales: tipos de relaciones de pareja, tipos de relaciones de amistad, estilos de vida, moda, series, comida... cada vez elegimos menos cosas.
Adolescentes y adultos pasan de media más de tres horas al día en redes sociales. Muchos pasan mucho más tiempo y allí son educados, están siendo transformados. No hay un objetivo adoctrinador o una educación que se quiera imponer, es mucho peor. El objetivo es ganar dinero y da lo mismo a costa de qué. Ninguna de las empresas dueñas de redes sociales se han parado a pensarlo ni tiene intención de hacerlo. Y menos cuando en 2023 TikTok tuvo un beneficio, no facturación, sino beneficio de 37.000 millones de dólares, Meta (Facebook, Instagram y WhatsApp) obtuvo un beneficio de 39.098 millones de dólares y Alphabet (Google, Youtube) obtuvo un beneficio de 51.787 millones de dólares. Todo los daños que generan son colaterales. ¿Quién se va a poner a reflexionar sobre el coste que está teniendo su modelo de negocio en los usuarios y en la sociedad con esas cantidades sobre la mesa?

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