Cuando nos conectamos a Internet, las páginas web y empresas recopilan información sobre nosotros, da lo mismo que aceptemos o no las cookies, y vamos dejando una huella digital. Recopilan desde qué lugar físico estamos accediendo, con que dispositivos, con qué sistema operativo y versión del sistema operativo, navegador, a qué hora, qué páginas hemos visto (nuestros intereses y hobbies), qué tipo de páginas visitamos más, durante cuánto tiempo las hemos visitado, cuánto tiempo hemos visitado qué apartados de esas páginas, el movimiento de los cursores en el caso de los ordenadores… Si nos conectamos desde el smartphone, algunas apps, si les hemos dado permiso, a demás del tipo de dispositivo desde el que accedemos, pueden acceder a los contactos del teléfono y al historial de llamadas, sabiendo entre otras cosas a quien llamamos más frecuentemente, duración de las llamadas… Si además nos gusta comprar en Internet, las cookies guardan todo lo que vamos haciendo y aunque no se pueda ver el numero de tarjeta con el que compramos, sí que se puede recopilar los artículos que compramos, características, precios, cuándo los compramos, si los compramos después de haber visto anuncios, dónde estábamos cuando los hemos comprado, si lo hemos hecho desde el smartphone, desde el ordenador o tablet, a qué hora… Si hacemos la compra semanal/mensual a través de Internet, también quedan registrados nuestros hábitos alimenticios, cuánto nos gastamos en comida, qué marcas preferimos, cada cuanto compramos, cuánto tiempo pasamos en cada apartado de tipos de alimentos, si nos detenemos más en los dulces que en las verduras, productos frescos o no… Si tenemos una tarjeta física de descuento del supermercado, gasolinera… pasa exactamente lo mismo, quedan registrados los productos que compramos, las marcas, el día, la hora, la ubicación… Para comprar online tenemos que iniciar sesión en nuestra cuenta de la página de la tienda. Cada vez que realizamos una petición, automáticamente se guarda la dirección MAC del dispositivo y su IP, la IP del proveedor de Internet, el tipo de conexión y lugar de la conexión. Todo esto sin haber publicado aún nada en Internet, solamente mirando y comprando. Cuando publicamos información en Redes Sociales (fotos, videos, comentarios…) los buscadores que se dedican a registrar todo lo que aparece en Internet ya han copiado la información. Eso quiere decir que aunque nos arrepintamos, borremos lo que hemos subido y tengamos los ajustes de privacidad establecidos, esa información ya es recuperable y los proveedores de servicios de las aplicaciones se quedan con ella. A todo esto hay que sumarle lo que otros publican sobre nosotros cuando hablan con nosotros en Internet, publican fotos donde aparecemos (en qué lugar estábamos cuando se sacó la foto, en qué momento se sacó la foto, quién más aparece, el tipo de smartphone/cámara con el que se ha sacado la foto, con qué resolución.…).
Con el uso normal que hacemos de Internet, sin hacer nada del otro mundo, se puede crear un perfil detallado sobre nosotros, es muy fácil establecer nuestros hobbies, nuestra forma de ser, nuestra salud, afinidad política, sexualidad, religión, vida deportiva, trabajo, educación, amigos… Debemos ser conscientes de la información que generamos al utilizar los dispositivos digitales y entender, y enseñar a los menores, que todo lo que hacemos en Internet deja un rastro.
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