Smartphones y pantallas: una huída constante
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Smartphones y pantallas: una huída constante

Muchas personas no pueden vivir sin estar constantemente mirando pantallas, ya sea un smartphone, una televisión, un ordenador… Y cada vez tenemos más pantallas en casa, con lo que cada vez realizamos un mayor uso de ellas, a veces incluso de forma simultánea. Hay personas que mientras ven la tele consultan el smartphone, no pueden mantener la atención en una única pantalla. La mayoría de personas siente ansiedad cuando se deja el teléfono en casa y muchos la sufren cuando se quedan sin batería o sin cobertura. Hay un aburrimiento generalizado si no se están usando pantallas. Para comprobarlo basta con salir a la calle y mirar qué hace la gente cuando espera al autobús, mientras va en un transporte público o incluso mientras conduce.


Miramos el teléfono constantemente, lo desbloqueamos y muchas veces no hacemos nada más porque desbloquearlo ya se ha convertido en un acto reflejo. Lo tenemos encima de la mesa mientras comemos, en la mesilla de noche mientras dormimos, en los bolsillo o en la mano mientras caminamos. Siempre cerca, siempre a la vista. Y es la herramienta perfecta para huir de nosotros mismos. Mientras estamos con nuestro teléfono, con las redes sociales, no tenemos que pensar, no tenemos que sentir, no tenemos que reflexionar. Se ha convertido en una huída perfecta hacia adelante. Vemos vídeos, fotos y leemos comentarios. Uno tras otros, sin parar. Pero si alguien nos pregunta qué hemos visto en los 40 minutos que llevamos viendo vídeos, no somos capaces de decirle más de dos o tres, el contenido de las redes está pensado para ser de consumo rápido, sin ningún tipo de sustancia. Está diseñado para que no pensemos y para que no podamos dejar de verlo, para que se vuelva adictivo.


En general ya no hablamos tanto con los demás de forma física. “Ya le mandaré un mensaje”, o un audio, ni hablamos por teléfono tanto como antes. “¿Por qué me llama? Qué invasión a la intimidad.”En lugar de ir a visitar a ese familiar le mandamos un mensaje de WhatsApp como si un mensaje de texto pudiese suplir el cariño que da la compañía física. Y luego nos sorprendemos porque cada día nos sentimos un poco más solos.


El smartphone y las redes sociales, en lugar de ayudarnos a comunicarnos con los demás nos están aislando, cada día un poco más. En lugar de ayudarnos informarnos nos están desinformando, cada día un poco más. Nos muestran constantemente imágenes de personas “perfectas”, con cuerpos “perfectos” y la consecuencia inevitable es la comparación. Nos comparamos con lo que vemos y nos sentimos peor. Nos bombardean constantemente con publicaciones de personas que utilizan filtros para tener una apariencia “mejor”, para sentirse mejor. Sin embargo cuando esas personas se miran al espejo, sin filtro, cada día se sienten un poco peor.


Las series son el nuevo “opio del pueblo”. Hay una oferta tan grande que todo el mundo te recomienda que veas cosas. “No te lo puedes perder”. Y puedes pasarte horas y horas viendo series y más series, porque hay muchas. Y mientras pasas todo tu “tiempo libre” atado viendo todo lo que no te puedes perder para no desentonar, no piensas, no sientes, no reflexionas, no descansas.


La sociedad en general siempre ha tendido a la pereza intelectual, a la pereza “espiritual”, a no pensar, a dejarse llevar. Los expertos se echan las manos a la cabeza diciendo que el pensamiento crítico es muy importante y que los jóvenes ya no lo tienen. Ni los jóvenes ni los adultos, nos estamos permitiendo ser adormecidos. Me viene a la cabeza ese anuncio de Apple de 1980 donde una persona rompía pantallas gigantes que se utilizaban para atontar a los ciudadanos. Sigue vigente, la situación no ha cambiado a mejor, solo se ha transformado la forma de atontarnos.


Hagamos un esfuerzo, retomemos el control de nuestras vidas. Dejemos un rato el teléfono y las pantallas. Aburrámonos de vez en cuando, reflexionemos, parémonos a pensar cómo nos sentimos, qué podemos hacer para mejorar nuestra vidas, qué cosas nos hacen sentir bien, qué personas nos transmiten buen rollo y cuales no queremos cerca. Asumanos la responsabilidad que tenemos sobre nuestra propia vida. Lo más fácil es evadirnos, estar constantemente en otros mundos virtuales para no sentir. A veces la vida es dolorosa, pero se le puede dar la vuelta. Nadie se va a esforzar por nosotros.

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