La mayoría de las personas asocian la violencia digital con insultos, amenazas o coacciones. Tristemente hay muchos tipos de violencia que se ejercen contra todos los internautas, a las que los niños y adolescentes son más vulnerables.
La toxicidad y los ataques digitales forman una gran parte de la violencia digital que existe en internet. Podríamos definir la toxicidad como el conjunto de publicaciones, mensajes y comentarios despectivos, manipuladores, engañosos, cargados de negatividad o escritos para hacer daño que se están adoptando como una forma normalizada de comunicarse a través de Internet. En cuanto a los ataques digitales, más allá de los insultos, las amenazas y las coacciones, también encontramos ataques habituales como la difusión de imágenes íntimas sin permiso, la difusión de información privada, la sextorsión, la exclusión de grupos en línea o chats grupales, el impedimento de que determinadas personas participen en conversaciones en redes sociales, la suplantación de identidad con el objetivo de dañar la reputación de la persona suplantada, las interacciones digitales tóxicas como el “ghosting” o la exposición involuntaria a la violencia y a la pornografía.
Cuando este tipos de ataques se realiza contra una persona de forma repetida en el tiempo con la intención de hacerle daño, hablamos de ciberacoso, otra forma de violencia digital. El “Stalking” (o lo que sería el acoso en el mundo físico) se realizaría cuando “sin llegar a producirse amenazas, coacciones o ataques digitales, se producen conductas reiteradas que menoscaban gravemente la libertad y el sentimiento de seguridad de la víctima a la que se comete a persecuciones e urgencias constantes, llamadas reiteradas o actos continuos de hostigamiento”, es decir, cuando una persona es bombardeada por otra con mensajes de texto, llamadas, mensajes y audios de whatsapp, comentarios y publicaciones en redes sociales, emails…
Una forma de violencia digital que algunos adultos realizan contra los menores, es la que llevan a cabo los pederastas, el denominado “Grooming”. Es la manipulación psicológica de niños y adolescentes para controlarles emocionalmente con el único objetivo de conseguir sus objetivos sexuales, ya sea la adquisición de material pornográfico de menores o encuentros sexuales.
Muchas personas, sobre todo parejas, no entienden que el control digital es otra forma de violencia. Este control digital puede estar compuesto por el acceso e intercepción de comunicaciones y la intrusión en cuentas, la petición constante de la ubicación para saber dónde está la otra persona, el uso de spyware o virus informáticos para acceder al teléfono de la otra persona, el control de la vida digital en las redes sociales (“si me quieres dame tu contraseña”, “si no tienes nada que ocultar dame tu contraseña” “¿quién te comenta?” “¿A quién le das like?”…), la prohibición de mantener contacto con determinadas personas o de usar determinadas redes sociales, la prohibición de la publicación de determinados contenidos o las muestras de enfado por no tener una respuesta inmediata al recibir un mensaje.
Existe un tipo de violencia que se comete y se expande a través de medios digitales contra las mujeres por ser mujeres, o que afecta a las mujeres de manera desproporcionada. Desgraciadamente es habitual que muchas mujeres reciban insinuaciones inapropiadas, humillantes, intimidatorias u ofensivas en las redes sociales y que reciban correos electrónicos, mensajes de WhatsApp, o mensajes de texto sexualmente explícitos e inapropiados, que les hagan sentirse ofendidas, humilladas, o intimidadas. Es muy habitual que sean el objetivo de los exhibicionistas digitales, que reciban imágenes de genitales de hombres o videos de hombres masturbándose sin haberlo pedido.
Algunas minorías también son objetivos específicos de ataques digitales, bien sea a través de insultos y amenazas directas, o a través de la difusión de mentiras, manipulaciones y otras formas de desinformación encaminadas a promover un daño de su reputación o a suscitar violencia física contra ellas.
No debemos olvidar que también hay otro tipo de violencia que aunque sea indirecta, también nos afecta de forma muy negativa. Un ejemplo puede ser la adicción que las redes sociales promueven de forma consciente entre sus usuarios para incrementar sus beneficios, o el efecto negativo que las redes sociales tienen en la salud mental de los adolescentes. También es importante recordar que la mayoría de formas de violencia digital son delito y tienen consecuencias penales.
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