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Educación digital

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¿Las redes sociales son dañinas para nosotros?

La mayoría de personas utilizamos redes sociales a diario, pero no nos paramos a pensar si el impacto que esas redes tienen en nuestra salud mental, y todas tienen un impacto, es positivo o negativo. Ahora que cada vez somos más conscientes de la importancia de la salud mental, es fundamental ser conscientes de cómo nos impactan las interacciones que tenemos con nuestro entorno físico y digital, de si las redes sociales son dañinas para nosotros.


Para comenzar podemos cambiar las preguntas que nos hacemos, y en vez de preguntarnos si nos gusta algo, podemos empezar a preguntarnos cómo nos hace sentir. En el caso de las redes sociales, los algoritmos dan más importancia (enseñan más o dan más difusión) a contenidos que han descubierto que tienen más interacciones, más likes, y más capacidad de retención de los usuarios, es decir, a aquello que nos tiene más tiempo enganchados. Este tipo de contenidos por un lado se caracteriza por contener “cuerpos perfectos”, con cuanta menos ropa o más sugerentes mejor. Da lo mismo que esas personas estén haciendo ejercicio, leyendo, de vacaciones, trabajando, cocinando… son gente guapa que se ajusta a los cánones de belleza establecidos.


Por otro lado, ese contenido que los algoritmos premian está protagonizado generalmente por personas jóvenes, con vidas perfectas, con amigos y parejas perfectos… todo es perfecto. El bombardeo constante de este tipo de contenidos, lleva antes o después a muchas personas a comparar su cuerpo y su vida con lo que ve en las redes sociales (frustración, envidia, tristeza…) y/o a sentir más soledad. En estas comparaciones el usuario medio siempre sale perdiendo porque compara un momento preparado y controlado en la vida de alguien, que trabaja mucho para mantener ese cuerpo y que muchas veces modifica con los filtros, con las cosas buenas y malas de su vida, con sus momentos buenos o momentos malos y con su cuerpo “normal”. Normal en el sentido de habitual. Lo habitual no es tener un cuerpazo, es tener un cuerpo medio, pero el bombardeo constante de cuerpo perfectos nos hace pensar que lo normal es eso, y que nosotros somos los raros (en el sentido de poco habitual), cuando en realidad es al revés.


Si al utilizar la redes sociales nos damos cuenta de que nos estamos comparando con lo que vemos y que nos comenzamos a sentir un poquito mal, puede ser una señal de que esa red social, o por lo menos las cuentas que seguimos, están teniendo un impacto negativo en nuestra salud mental. No suele ser un impacto grande que vayamos a notar en el momento. Sueler ser “una guerra de desgaste” que poquito a poquito va rasgando nuestra autoestima, foto a foto, video a video, pensamiento a pensamiento.

Para mantener su modelo de negocio y sus ingresos, las redes sociales tienen como objetivo volver a sus usuarios adictos. Teniendo esto en mente, otra de las pautas para saber si una red social es dañina para nosotros es ver si tenemos el control sobre el tiempo que pasamos en ella, o si por el contrario ya lo hemos perdido. Si pasamos mucho tiempo sin que nos demos cuenta, si por las noches no podemos evitar consultar la redes sociales en la cama, o es lo primero que hacemos al levantarnos, si estamos constantemente conectándonos… nos está indicando que la red social en cuestión perjudicial para nosotros. Por un lado nos quita horas de sueño y de descanso. Por otro lado el uso excesivo hace que dejemos de hacer otras cosas o alternativas de ocio, que dejemos de lado responsabilidades o interacciones con otras personas y que comencemos a sentir ansiedad cuando no estamos conectados o que por ejemplo comencemos a mentirnos y a mentir a otras personas sobre cuánto tiempo pasamos conectados.

Otro de los aspectos a tener en cuenta, es nuestra autonomía a la hora de decidir nuestras interacciones en la red social. A muchas personas la presión social que sienten, bien de la comunidad digital o de sus amigos o familiares, les lleva sentir la obligación de publicar cosas, aunque no quieran, o de publicar comentarios que no les apetece o de una forma en la que ellas no lo harían. Si sentimos este tipo de obligación puede ser otra señal de que hemos perdido el control y de que esta red social está resultando dañina para nosotros.

Si por el contrario, nosotros publicamos cosas de forma voluntaria, pero nos damos cuenta de que damos demasiada importancia al número de likes que tienen esas publicaciones, al número de visualizaciones que tienen las historias, al número de personas que nos comentan o a nuestro número de seguidores, puede ser otra señal de que algo no va bien. Si además nuestro estado de ánimo va variando en función de esos número esa señal se vuelve más grande. Las redes sociales son fuentes de gratificaciones instantáneas constantes. Entre esas gratificaciones se encuentran los likes, seguidores, comentarios… que provoca que nuestro cerebro segregue dopamina, de hecho, están pensadas para eso. Además, estar pendiente constantemente de los likes y visualizaciones de las publicaciones o historias puede provocar que nuestra autoestima se vaya formando en función de lo que los demás piensan, no ya de nosotros sino de nuestro cuerpo, y por otro lado podemos comenzar a variar nuestra personalidad en función de lo que pensamos que les va a gustar a los demás.

Estos cuatro aspectos pueden ser indicadores para saber si las redes sociales que utilizamos a diario son dañinas para nosotros. Debemos tener en cuenta que es imposible realizar este tipo de reflexiones si estamos constantemente conectados y no tenemos tiempo “libre” para nosotros, ni siquiera para ver cómo nos estamos sintiendo.

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